Los seres humanos somos diferentes que los demás seres vivos, porque tomamos decisiones. Decidir es dar un paso, implica una cuota de riesgo y una gran responsabilidad. Decidir es optar, elegir. Tal elección supone dos o más caminos. En la vida cotidiana, desde que nos despertamos, tomamos decisiones. Nuestras opciones son dos: lo bueno o lo malo. Son dos puertas y solo podemos abrir una. O abrimos la puerta buena o la mala.
Antes de abrirlas, ya sabemos lo que vamos a encontrar. Sabemos lo que va a ocurrir si abrimos la puerta buena; sabemos como es su camno, sabemos las consecuencias al caminar por el sendero de lo bueno. Lo mismo ocurre con lo malo.
Por ello, la decisión es consciente. No es un salto al vacío. No se trata de entrar en un terreno desconocido. Al tomar la decisión ya sabemos lo que es bueno y lo que es malo. Si abrimos una de las dos puertas, no podemos quedarnos en el umbral. Abrimos la puerta para comerzar a caminar; y al caminar vamos dando respuesta de porqué camino por este sendero. Una decision lleva a una acción y dicha acción debe ser responsable, o sea, debe tener una justificación, debe responder a la pregunta ¿ por qué?
Anteriormente decíamos que hay un riesgo. El riesgo es que la decisión implica aceptar o rechazar. Una vez que se decide no se puede volver atrás. La decisión es irreversible, no hay regreso.
Los seres humanos debemos decidir, porque debemos actuar, andar, caminar. No somos estáticos; al contrario, nuestra vida es una constante dinámica.
Debemos andar, debemos caminar. No podemos parar, quedar quietos. Constantemente andamos, estamos en acción.
Los Derechos Humanos son una propuesta de acción, una invitación a andar, pero andar derechos, o sea, caminar con responsabilidad el camino bueno.
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