Los últimos acontecimientos en el corazón de la Iglesia Católica reabren viejas cuestiones sobre el modo de actuar de la milenaria institución.
Casi simultaneo a la "fumata blanca" que presentaba al primer papa latinoamericano y religioso (jesuíta), surgen las acusaciones sobre la actuación del papa electo durante el período de la Dictadora en Argentina (1976 - 1983).
Sin detenerme en la cuestión puntual, quiero subrayar la concepción: se relaciona DDHH a la Dictadura Militar. Reducir un tema universal a un hecho político es reducir, simplificar y debilitar una cuestión que abarca toda la actividad humana. Hacer ese tipo de análisis es mediocre, y lo que hace es destruir la verdadera cuestión sobre los DDHH.
La Iglesia Católica como institución no hay duda que fué "tibia" o peor aún, favorable al accionar de los dictadores. Hay una cuestión histórica que llamo "mantenimiento del poder", que la Iglesia siempre tuvo respecto a los manejos políticos. Pero no se puede cuestionar la acción social de la Iglesia Católica, esforzándose por mejorar la calidad de vida humana, y eso no puede negarse.
Este papa, en su manera de actuar, parece querer dar un nuevo "tinte" a la tan cuestionada Iglesia, basado en el servicio. Si lo puede concretar sería un aporte muy valioso para la promoción de los DDHH en todos los ámbitos humanos; porque los DDHH se practican en todos los órdenes de la vida: en el estudio, en el trabajo, etc. Cualquiera de nosotros podemos ser violadores o verdadero promotores de los DDHH. Eso no depende del papa, sino de cada uno de nosotros
lunes, 1 de abril de 2013
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