domingo, 19 de agosto de 2007

El Preámbulo

CONSIDERANDO que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana

Así comienza el preámbulo de la Declaración Universal por los Derechos Humanos. LIBERTAD, JUSTICIA Y PAZ son tres palabras castigadas, manchadas de sangre y terror, por décadas de historia. Tres palabras violadas constantemente por todos nosotros. Tres almas pisoteadas por la codicia, por el hambre de poder, la soberbia humana.
En nombre de la libertad, nos encadenamos en los múltiples vicios consumistas que nos ciegan. En nombre de la justicia imponemos, gritamos, golpeamos, hasta quedar mudos de tanto "sin sentido". En nombre de la paz, matamos, discriminamos, apoyamos -cómplices cobardes- toda acción destructiva hasta quedar sordos de tanta muerte y grito.

En fin, no somos aptos para nombrar palabras tan densas en contenido, porque no las practicamos. Ni en nuestra casa, ni en nuestro trabajo, ni con nuestros amigos, ni en el barrio, el ambiente donde vivimos. Y no llegamos a los que tienen puestos de poder.

Pero, a pesar de este smbrío panorama, LIBERTAD, JUSTICIA Y PAZ son tres palabras que debemos seguir pronunciando porque si dejamos de mencionarlas, las silenciamos del todo. Y eso es peor.

Hay que pronunciar bien estas palabras. Que suenen claras, transparentes. Que no haya dudas cuando se escuchan. Para hacerlo bien deben partir de lo profundo de nuestra conciencia. Ese pequeño espacio de nuestro ser donde todavía sigue vivo el deseo de felicidad y de amor. Esa es nuestra DIGNIDAD HUMANA INTRINSECA. Intrínseca, o sea, en nosotros mismos. No hay que comprarla ni ganarla. Ya la tenemos. Solo hay que descubrirla, reconocerla y defenderla. Desde allí mismo, desde nuestra dignidad, las palabras LIBERTAD,JUSTICIA Y PAZ viven llenas de sentido. Desde allí, desde nuestrqa propia conciencia deben pronunciarse. Entonces dichas palabras saldran llenas de sentido y fuerza para plantarse firmes en nuestra vida.

Descubramos nuestra propia dignidad. Quiza no habrá tentadoras ofertas de vida fácil, de lujos desmedidos y superfluos exitos. Nuestra dignidad es nuestro tesoro. Con el nacemos, debemos crecer y moriremos. Nuestra dignidad es lo único que nos queda y lo que podemos dejar a otros, cuando nos busque la muerte.

Por todo esto, nuestra vida tiene sentido si somos dignos. Y somos dignos si practicamos de verdad la LIBERTAD, LA JUSTICIA Y LA PAZ

Elije esto...o una vida vacía. La decisión sigue siendo de uno mismo.

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